Esta última semana (y un poco más, tal vez: la maternidad es tan intensa
que torna el concepto tiempo en algo taaaaan relativo) he vuelto a
colocar un pie dentro y otro fuera del puerperio.
Resultado: me he disociado y, en consecuencia, estresado (dolor de
espalda -sobre todo lumbar- y de cabeza, llanto -siempre sanador y
clarificador, si no me quedo enredada en el enojo y la ira-, discusiones
de pareja, peticiones de ayuda, sentimientos de dualidad: queriendo
estar fuera y dentro... lo mismo que escribí en el poema); Uma ha
llorado más que de costumbre reclamando mi mirada y presencia y todo era
un torbellino que me llevaba de un lado a otro.
Porque una cosa es estar mirando de verdad a Uma y jugando con ella, a
su altura (o sea tumbada), y otra vagar por la casa "haciendo" mientras
ella está tumbada "siendo".
Y una cosa es estar presente 100% para ella, vacía de mí -de mi ego y,
por tanto, de mis "necesidades" (¿qué más necesario y liberador que
conectar con el aquí y el ahora absolutos que ella me ofrece, sintonizar
con su plenitud, con su totalidad inabarcable?)- y otra estar allí sin
ser realmente, oír sin escuchar, acompañar sin sostener.
Tal vez el listón que me coloco es demasiado alto pero YO sé que soy capaz de hacerlo. Lo sé. Siempre lo he sabido.
Sé que si no pretendo (divina pretenciosidad, la mía) tener un valor, si
acepto no ser nada, sólo ser SU MADRE (¡y cuánto es!) todo fluye, todo
tiene sentido y yo soy bebé con ella y me sumerjo en el inefable mar de
las sensaciones.
Pero si quiero satisfacer mi necesidad egoica de ser alguien en este
mundo social, si quiero estar con un pie dentro y otro fuera del
puerperio (y siendo magnífica en ambas cosas, a la perfección, ¡cómo
no!), ni estoy en misa ni repico campanas...
Percibo que mi límite aparece cuando ADEMÁS de criar a Uma pretendo hacer más cosas.
Mi límite surge si ADEMÁS de criar a Uma me embarco en una y mil
actividades que hasta ahora me definían (conducir la energía de grupos,
estar pendiente de las redes sociales... valorarme en función de cuánto
aporto en esta sociedad productiva).
Aparece (gran maestra Uma: me inclino ante ti por hacérmelo presente
cada día) la dificultad para Ser, sin más; emerge de nuevo el neurótico
síntoma de complicar todo lo que sé que es simple y natural y con lo que
(bendita circunstancia innata) conecto sencillamente.
Surge la necesidad neurótica de poner obstáculos donde no los hay para
superarlos y sentirme capaz (toma estrategia agotadora, así tengo yo
esta energía inagotable que practico desde niña).
Me asusta lo fácil porque en realidad todo es taaaaan fácil, tan
sencillo...
Sólo es preciso sentarse y conectar...
Ser...
Nada más...
Yo, que tantas veces lo he escrito y tan a menudo lo olvido :)
Gracias Uma por ser Espejo Claro, Transparencia Absoluta, Diáfano Reflejo.
Con el Amor Inconmensurable de quien se vacía de una y se llena de Luz, te amo :) <3
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